miércoles, 4 de septiembre de 2013

LLAMADOS A TRASCENDER





 Mateo 4:18-19
Pasando Jesús junto al Mar de Galilea, vio a dos hermanos,  Simón,  llamado Pedro,  y su hermano Andrés,  que echaban la red en el mar,  porque eran pescadores.

Y les dijo: 
“Venid en pos de mí,  y os haré pescadores de hombres.”
Para los que tomamos la decisión de servir a Dios (lo ideal es que todos asumamos la responsabilidad de servirle), este pasaje es una referencia importante, -ahora somos “pescadores de hombres”-, nos decimos con determinación y orgullo, infortunadamente muchos no entienden la perspectiva total del llamado de Dios, e inician el trabajo ministerial sin pensar en las consecuencias que traerá ejercer dicho llamado, porque hay una creencia generalizada, sin importar lo que hagamos, que todo va a ser bendición, por eso hoy quiero hablar de 3 personajes, cada uno recibió el llamado de Dios, fue ungido y lo realizó como consideró que debía hacerlo, ellos son Josué (Jos 1:1-9), Saúl (1Sa 9)  y David (1Sa 16:1-13)


JOSUÉ

Fue el servidor de Moisés, cuando muere su líder, Moisés, Dios le encarga la responsabilidad de comandar a Israel para conquistar la tierra prometida, lo interesante es que la unción que tenía Moisés recayó sobre él y desde un principio lo demostró, así como su líder dividió el mar Rojo, Josué con todo Israel, se paró frente al rio Jordán y este se dividió para que se iniciara la conquista de las promesas Dios.

Al leer el libro de Josué encontramos grandes victorias, donde se manifiesta el poder de Dios, encontramos un hombre comprometido con la visión de Dios y con guardar sus estatutos, que en el ocaso de su vida pronuncia un discurso de gran relevancia en la historia del cristianismo, el cual tiene su cumbre en la frase encontrada  en Josué 24:15  

Si mal os parece servir a Jehová,  escogeos  hoy a quién sirváis;  si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río,  o a los dioses de los amorreo en cuya tierra habitáis;  pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

SAÚL

Fue el primer rey de Israel, un hombre con características física que producía respeto y admiración en las demás personas, pero con poca confianza en sí mismo, el temor condujo prácticamente toda su vida, a tal punto que el propósito de Dios no se cumplió en él, fueron más grandes sus miedos que la visión dada por el Señor.

Saúl se suicida cuando huía de los filisteos, después de la derrota que sufre Israel en el monte Gilboa; en esta batalla mueren también sus hijos, dejando sin heredero de sangre al trono de Israel


 DAVID

Después de que Saúl es rechazado por Dios, producto de su desobediencia, David es ungido como rey de Israel; el acto de unción tiene una característica muy interesante que nos sirve de lección; cuando Samuel llega a Belén, a casa de Isaí, el anfitrión le presentan al profeta sus 6 hijos, jóvenes con características físicas dignas de un rey, pero ninguno tenía el corazón para ser el rey del pueblo de Dios (1Samuel 16:7), por lo tanto Samuel pregunta a Isaí si tiene más hijos, e inmediatamente Isaí contesta:

“¿Son estos todos tus hijos?”
 Isaí respondió: 
 “Queda aún el menor,  que apacienta las ovejas” 
 Y dijo Samuel a Isaí: 
 “Envía por él,  porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí” (1Sa 16:11)

Este pasaje dice mucho de la familia de Isaí, aquí encuentro un David excluido de los asuntos importantes de la familia, quizás rechazado, quizás lo hacían sentir como un simple “pastorcillo de ovejas”, lo que sí es claro es que, a pesar de ser el menor, no era el “niño” de la casa; David tenía todas las características necesarias para ser un adolescente problema, rebelde, acomplejado, autocompasivo y porqué no, antisocial, pero no lo era, antes por el contrario, era sumiso, seguro de sí mismo, respetuoso y con un amor profundo por Dios y su pueblo; pero ¿porqué era así, cuando las estadísticas dicen lo contrario en jóvenes que reciben ese tipo de trato? Considero yo, que David entendió desde muy joven lo que, siglos después, escribió Pablo en Romanos 8:28 

Sabemos,  además,  que a los que aman a Dios,  todas las cosas los ayudan a bien,  esto es,  a los que conforme a su propósito son llamados.

David aprovechó esos tiempos de soledad y buscó a Dios, con su arpa empezó a invocar a Dios y Él le escuchó y creó un corazón conforme al de Él.

David muere de vejez, dejando un reino estable, prospero, poderoso, pero mejor que eso, dejó un sucesor, su hijo Salomón, quizás el rey más importante en la historia Judía.
Cuando vemos estos tres personajes podríamos concluir que el propósito de Dios lo cumplieron en un 100% David y Josué y que Saúl es el malo de la historia, pero como dije al principio de este artículo no todos los que son llamados por Dios entienden la perspectiva total de ese llamado, en el caso de Saúl no lo entendió, aprovechó la posición, disfrutó de los beneficios que traía consigo el ser rey de Israel, pero nunca llevó su corazón delante de Dios para que Él lo escudriñara como dice el Salmo 139:23-24
Examíname,  Dios,  y conoce mi corazón; 
Pruébame y conoce mis pensamientos.
Ve si hay en mí camino de perversidad
y guíame en el camino eterno.
Por lo tanto, las consecuencias de sus actos lo llevaron a él y a su casa al fracaso total, a la tragedia; la casa de Saúl fue prácticamente exterminada, solo hubo un sobreviviente, de quien David tuvo compasión. 
En cuanto a Josué, quien durante su vida vio cómo Dios cumplía lo prometido, también tuvo un aspecto, el cual nunca supero, Josué fue tan importante, sus victorias fueron tan relevantes que se volvió autosuficiente, la unción, el poder y la autoridad de Dios estaban sobre él, pero olvido que no eran de él si no de Dios, aún así creía que lo agradaba al 100%, ¿cómo sustento esta conclusión?, en Josué 9 se relata que los israelitas fueron engañados por los habitantes de Gabaón, de quienes Dios había dicho que no hicieran alianza alguna, dice la biblia que enviaron personas disfrazaron con harapos, pusieron sacos y odres viejos y remendados sobre sus asnos, todo el pan que llevaban era seco y mohoso, y se hicieron pasar por embajadores de una nación muy lejana, que solicitaban hacer una alianza con Israel, dice en Josué 9:14-16

Los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos,  pero no consultaron a Jehová.
Josué hizo la paz con ellos;  también celebró con ellos una alianza concediéndoles la vida y los príncipes de la congregación hicieron un juramento.

Tres días después se enteraron que eran sus vecinos, ya no se podía hacer nada, debían convivir perpetuamente con personas que posiblemente les inducirían a la adoración a otros dioses.

La autosuficiencia es uno de los males ocultos en el liderazgo cristiano, muchos, porque  Dios nos respalda constantemente, olvidamos que todas las decisiones se deben pasar por el filtro de la palabra de Dios,  lo tenaz es que las consecuencias no sólo se manifiesta en nuestras vidas, si no, en la vida de los que lideramos.

Infortunadamente, a Josué, la autosuficiencia lo llevó a no formar un discípulo, a mi parecer, Josué era de los que decían “para que algo te salga bien, hazlo tu mismo”, o si no miremos el reclamo que le hizo Caleb en Josué 14:11-12
 “Todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió.  Cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para combatir,  para salir y para entrar.
Dame,  pues,  ahora este monte,  del cual habló Jehová aquel día. Tú mismo oíste entonces que los anaceos están allí,  y que hay ciudades grandes y fortificadas.  Si Jehová está conmigo,  los expulsaré,  como Jehová ha dicho"
En otras palabras, Caleb le dijo “Oye Josué, aún hay fuerza en mi, aún puedo, dame pues lo que me corresponde, que Dios también está conmigo”
Después de la muerte de Josué, Israel cayó en una crisis de liderazgo que duró muchas décadas, lo cual fue la gran consecuencia de ese “pequeño detalle” la autosuficiencia de un líder.
Algo claro hasta este momento es que Saúl y Josué dejaron un legado a sus generaciones futuras, muy lejano de lo que Dios quería, por no asimilar la perspectiva total del llamado de Dios, si Él me llama, no sólo es para ser bendecido y que esa bendición alcance a mis seres querido, si Dios me llama es para ser bendición para el presente y el futuro, de nuestro entorno, eso es lo que nos enseña Dios con la vida de David, sabemos que se equivoco, que cometió errores graves, pero sabemos que conocía profundamente a Dios y entendía su misericordia, nada detuvo a David para construir un reino como el que le entregó a su hijo Salomón.
Algo interesante es que David fue un gran rey, pero su hijo fue mayor, Salomón ha sido el rey más importante en la historia de Israel, pero tiene más reconocimiento David, es tan grande el reconocimiento que nuestro señor Jesucristo fue llamado hijo e David.
Hoy debemos entender que Dios nos ha llamado a trascender, no sólo a ser bendición en nuestras congregaciones, si no a impactar nuestro entorno y trazar un camino mejor a nuestras futuras generaciones.

David Gutiérrez Medina
Misión 586 12, Comunidad Cristiana
 

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